lunes, 21 de abril de 2008

De sobrellevar los defectos ajenos.

Esta semana, un capítulo para reflexionar tomado de "Imitación de Cristo", por Tomás de Kempis, monje agustino y sacerdote alemán que vivió en la época posterior a la gran peste que asoló Europa, lo que impactó y marcó profundamente la vida población acercándola de un modo particular a la iglesia o cualquier otro medio que le proveyera de "la salvación". Esta obra devocional es considerada una de las más grandes en su tipo; por mucho tiempo se dudó de la autoría, mas ahora hay consenso en que verdaderamente es de Kempis. Después de la Biblia, es uno de los libros con mayor cantidad de ediciones y traducciones que se tenga registro.


1. Lo que no puede un hombre enmendar en sí ni en los otros, débelo sufrir con paciencia, hasta que Dios lo ordene de otro modo. Piensa que por ventura te está así mejor para tu probación y paciencia, sin la cual no son de mucha estimación nuestros merecimientos.

Mas debes rogar a Dios por estos estorbos, porque tenga por bien de socorrerte para que buenamente los toleres.

2. Si alguno, amonestado una vez o dos, no se enmendare, no porfíes con él, sino recomiéndalo todo a Dios, para que se haga su voluntad y Él sea honrado en todos sus siervos, que sabe sacar de los males bienes.

Estudia y aprende a sufrir con paciencia cualesquiera defectos y flaquezas ajenos, pues tú también tienes mucho en que te sufran los otros.

Si no puedes hacerte a ti cual deseas, ¿cómo quieres tener a otro a la medida de tu deseo? De buena gana queremos a los otros perfectos, y no enmendamos los propios defectos.

3. Queremos que los otros sean castigados con rigor, y nosotros no queremos ser corregidos.

Parécenos mal si a los otros se les da larga licencia, y nosotros no queremos que cosa que pedimos se nos niegue.

Queremos que los demás estén sujetos a las ordenanzas, pero nosotros no sufrimos que nos sea prohibida cosa alguna. Así parece claro cuán pocas veces amamos al prójimo como a nosotros mismos.

Si todos fuesen perfectos, ¿qué teníamos que sufrir por Dios de nuestros hermanos?

4. Pero así lo ordenó Dios para que aprendamos a llevar recíprocamente nuestras cargas (Gal. 6:2); porque ninguno hay sin ellas, ninguno sin defecto, ninguno es suficiente ni cumplidamente sabio para sí; antes importa llevarnos, consolarnos y juntamente ayudarnos unos a otros, instruirnos y amonestarnos.

De cuánta virtud sea cada uno, mejor se descubre en la ocasión de la adversidad. Porque 1as ocasiones no hacen al hombre flaco, pero declaran lo que es.

lunes, 14 de abril de 2008

EL MESÍAS ESTÁ DE CUMPLEAÑOS.

Messiah a 267 años de su estreno.

En el día de ayer se cumplieron 267 años del estreno de una de las mayores obras del ser humano. Una obra de arte, de arte musical. De música cristiana y evangélica: Messiah, de Georg Friedrich Händel.

Messiah es el más exitoso y mejor conocido de los oratorios handelianos. Considerado como prototipo del género, fue compuesto entre el 22 de agosto y el 14 de septiembre de 1741, en 53 movimientos divididos en tres partes, todas según los textos de Charles Jennens. Después de su presentación en el Covent Garden de Londres, pasó a ser parte del tesoro musical de la nación inglesa.

Fue estrenado, como dije antes, el 13 de abril de 1742 en Dublín, Irlanda, en un concierto con propósitos benéficos conducido por el propio maestro Georg, Participaron la Signora Avoglio y Mrs. McLaine como sopranos, Mrs. Gibber, William Lambe y Josep Ward como contraltos y sopranistas, James Baileys y John Church, tenores, y John Hill y John Mason como bajos. “Algo nuevo que dar a los irlandeses”, diría el maestro.

Desde el principio el oratorio se vio rodeado de una aureola sacra (“Sacred drama” fue el nombre con que se le conoció en Londres en sus primeros tiempos), empleando para tal finalidad una terminología alejada del mundo de la ópera, incluso para denominar a los solistas que en vez de identificarse con su papel, se les conocía por su tesitura. Al día siguiente del estreno, un diario de Dublín calificaba la obra como “grande, sacro oratorio”, además de señalar la admiración que produjo entre el público, que se expresaba en calurosos términos.

La primera presentación de Messiah atrajo tanta afluencia de público al pequeño teatro de Dublín, que los organizadores del espectáculo tuvieron que pedir a las mujeres quitarse los miriñaques y que los hombres entraran sin espada para dejar el mayor espacio posible.

Con razón, George Bernard Shaw escribió: “para Inglaterra, Händel no es un simple compositor de música, sino que es una institución. Y es más, una institución sagrada. Cuando se ejecuta su Messiah, en el Hallelujah la concurrencia se pone de pie como en la iglesia. Para los protestantes ingleses es ésta la impresión que más se acerca a la que los católicos experimentan al alzarse el pan y el cáliz. La de Händel es la música más inglesa que existe en el mundo. Por éste he aprendido que el estilo consiste en la fuerza de la aserción. Si podéis decir algo en un solo rasgo, irrefutablemente, entonces tendréis estilo; si no, seréis solo un mercader de sensaciones, un decorador literario, un confitero de música o un pintor de amorcillos para abanicos. Händel tiene ese poder, esa fuerza de aserción”.

Sin duda, Messiah es la obra maestra de Händel, y la más conocida. Es una obra original y única en su tipo. De todos los oratorios que compuso, no hay alguno que se le compare. Su carácter es marcadamente contemplativo y devocional, y despierta profundas emociones religiosas en los auditorios. A esto se debe la fama de que goza. Desde el punto de vista musical, esta gran obra tiene por iguales a los mejores dramas corales del autor, algo reconocido incluso por el gran Wolfgang Amadeus Mozart, quien lo reorquestó, originando una versión casi propia, en alemán.

Esta obra, basada en la vida del Redentor y sus reflexiones morales, hizo ponerse de pie al rey Jorge II Hannover, y a todo el público al momento en que sonaban los primeros acordes del “Hallelujah Chorus, and He shall reign forever and ever”; y esta actitud de admiración y recogimiento, se haría una feliz costumbre en muchos teatros, salas de concierto, e iglesias de todo el mundo, hasta el día de hoy. Tal como, igualmente, ocurrió en Londres, cuando se estrenó un año después.

Finalmente, si bien es cierto, el texto original toca muy de cerca el misterio de la Redención y por lo tanto, se dirigía directamente a los valores dogmáticos más delicados, Messiah no es ni una historia de Jesús, ni una pasión de acuerdo al prototipo, sino una obra más general y ambiciosa que contempla ciertos aspectos dramáticos propios de las pasiones o de la Navidad, pero que va más allá para enfrentar al cristiano con su propio destino como tal, ante la figura ejemplar de Jesucristo.

miércoles, 9 de abril de 2008

Hace 63 años muere Dietrich Bonhoeffer.

Qué mejor para volver a escribir.

Hoy, 9 de abril, recuerdo a Dietrich Bonhoeffer, mártir de la iglesia cristiana en el siglo XX, cuya vida es reconocida como ejemplo de santidad.

Dietrich Bonhoeffer, teólogo, profesor y pastor luterano, nació el 4 de febrero de 1906 en Breslau, Alemania, y murió un día como hoy, hace 63, ejecutado por los nazis. Encontrándose en Estados Unidos, donde era considerado una eminencia, como profesor invitado, decidió abandonar la seguridad y comodidad que le brindaban, para volver a su país natal y estar junto a los sufrientes y a los injustamente tratados.

Entre sus escritos, hoy quiero destacar y escribir brevemente sobre Nachfolge, traducido al castellano como El precio de la gracia (El seguimiento) o como El costo del discipulado. Hemos oído y leído mucho sobre la gracia, sobre la misericordia de Dios, sobre el camino a seguir. Creemos que somos salvos por la Gracia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo. Mas, cuando estamos seguros de todo esto, ¿qué sigue? Después del encuentro personal con Dios ¿qué hay de nuestra vida? Al respecto, el pastor Bonhoeffer dice, a propósito del Sermón del Monte, el seguimiento. Sigue a Cristo, deja todo y ve con él.

Hemos oído acerca de la gracia y de la fe. Creemos que hemos sido liberados, no por méritos personales, etc. Pero ¿está completa esta apreciación? No del todo. El pensamiento "soy salvo por gracia y ya no me queda más" es incompleto. Para nuestro pastor mártir, esto es gracia barata: "La gracia barata como doctrina es el perdón de los pecados considerado como verdad universal, el amor de Dios interpretado como idea cristiana de Dios". Es la que justifica el pecado, pero no al pecador. Es decir, aunque somos salvos, continuamos pecando, siendo pecadores, pecando fuerte y constante... apartándonos intensamente de Dios. Es la predicación de perdón sin arrepentimiento, la participación con la iglesia sin la disciplina necesaria, "la absolución sin confesión", "sin seguimiento de Cristo". Es una vida cristiana sin diferencia alguna con el paganismo.

Por el contrario, la gracia cara es el tesoro por el cual el joven rico se entristeció. Es el evangelio que debemos buscar, los dones que debemos desear y pedir: "Es cara porque llama al seguimiento, pero gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador". Es cara porque nos obliga a llevar al yugo de Cristo, mas es gracia porque "su yugo es fácil y su carga ligera". Principalmente, es cara porque a Dios le ha costado la vida de su propio hijo, el cual no fue considerado demasiado caro por Dios para entregarlo por nosotros con tal de devolvernos la vida.

La gracia cara es el seguimiento. Ya somos salvos. Ser salvo implica un cambio de vida, de perspectivas, hacia nuestro futuro que estaba velado.

Debo confesar que hasta antes de leer a Bonhoeffer, adscribía a la gracia barata. Es lo que, en general, había oído. Lo más interesante es que, supuestamente, influenciado por las enseñanzas de Martín Lutero que recibía, de segunda mano, defendía tal postura. Como si la gracia cara no fuera evidente en la obra del Reformador. Pues, para Bonhoeffer, Lutero (aún hablando sobre gracia como la que salva, la que sola es necesaria) piensa y vive por la gracia cara; por tanto, no requiere el uso frecuente de esta antinomia. Su vida fue un ejemplo de un hombre cargando el yugo, mas fueron sus discípulos, cercanos e inmediatos, los que distorsionaron su propuesta.

Para finalizar, volviendo al tema del libro mencionado: el cristiano no es cristiano si no sirve a los demás. Esto implica el seguimiento. Ser cristiano es ser seguidor de Cristo. O, en otras palabras de nuestro teólogo, “La iglesia no es iglesia si no existe para los que no son parte de ella”.