martes, 5 de agosto de 2008

DIETRICH BONHÖFFER: CANTAR EN COMÚN (4/4).

Aprender a cantar en comunidad.

El canto al unísono, por difícil que sea, más que musical, es una cuestión espiritual. Sólo en la comunidad donde cada uno adopta interiormente una actitud de recogimiento y disciplina, el canto puede brindarnos el gozo que le es propio, incluso con imperfecciones musicales.

Para aprender a cantar al unísono, recomendamos sobre todo los corales de la Reforma, los cantos bohemios y las antiguas melodías de la Iglesia. De esta forma se aprenderá a discernir qué composiciones del cantoral son aptas para este tipo de canto y cuáles no. Todo dogmatismo en este campo es contraproducente. Debe decidirse en cada caso particular, aunque tampoco debemos convertirnos en iconoclastas. Una comunidad doméstica deberá esforzarse por aprender a cantar espontáneamente y de corazón, el mayor número posible de cantos. Logrará este propósito si, además del canto libremente escogido, intercala algunos versículos fijos que puedan ser cantados entre las lecturas.

Se ha de cantar, sin embargo, no solamente con ocasión de los actos de culto, sino también a ciertas horas fijas del día o de la semana. Cuanto más cantemos, tanto mayor será nuestra alegría; y sobre todo, cuanto mayor sea el espíritu de comunidad, de disciplina y de alegría con que cantemos, tanto más rica será la bendición que se derramará sobre la vida comunitaria.

Es la voz de la Iglesia la que se hace audible en el canto en común. No soy yo el que canta sino la Iglesia, pero como miembro de la Iglesia puedo participar en su canto. Así, el canto en común debe servir para ampliar nuestro horizonte espiritual, para llevarnos a reconocer nuestra comunidad como un eslabón de la gran comunidad cristiana extendida por toda la tierra, y a unir libre y gozosamente nuestro canto –débil o potente- al canto de la Iglesia.

Fragmento de Dietrich Bonhöffer: “Vida en Comunidad” (Capítulo 2). Ed. Sígueme Salamanca, Novena Edición, Año 2003.